Para mi Viejo

 Primero, feliz cumpleaños viejo. Después quiero que no te preocupes. Sé que me ves llorar y te sentís mal. No lo puedo evitar. Todos me dicen lo mismo. La Ley de la Vida y esas obviedades. Nada me conforma. No tengo tiempo de pasar por los estados del duelo. No tengo ganas. Además, como todos estos últimos años, llegamos a diciembre, y yo empecé a pensar en pasar este cumpleaños juntos. Porque hubo malos momentos, pero los superaste. Y te veía todos los días. Te preguntaba si tomaste los remedios, si comiste bien. Mamá se enojaba con tantas preguntas. Pero siempre me parecía que algo faltaba. Te cuidé bien viejito mío? Vos nunca me fallaste. Jamás. A lo largo de mi vida, que tuvo varios despistes, nunca me reprochaste nada. Aquella fatal mañana en la que te avisaron que yo estaba internado, y el porque, te quedaste a mi lado, durmiendo en el piso de la habitación del Ramos Mejía, esas tres noches larguísimas, hasta que desperté. No hiciste preguntas. No me juzgaste. Ahora estoy en pedazos papi. Me ahogo. Necesito escuchar tu "cuídate". Que me cuentes esas historias de la calle. De todo lo que laburaste para que no faltara nada. Te vi trabajando de domingo a domingo. O cuando ibas a lo de Miguel a laburar a la mañana, para almorzar en casa, y salir otra vez a tu trabajo fijo y volver de madrugada. Eras de acero papá. Sin quejas. Sin malas palabras en la mesa. Tratando a mamá como una reina, hasta el último día. Decías "es mi novia desde hace 60 años". Cómo hiciste, para que todos te quisieran? Y eso que la vida no fue fácil. Viniste con la abuela en tercera, en ese barco enorme que zarpó de Vigo. Ella tenía apenas veintidós. Vos un bebé de año y medio. El abuelo, primero pasó por Estados Unidos, Cuba, Chile y encontró su lugar acá. Vivieron en Palermo. Cuando Palermo era uno solo. San Martín de Tours y Libertador. La abuela lavaba ropa para la sobrina nieta del General Lavalle y para el hijo de Yrigoyen. Vos jugabas a la pelota en lo que hoy es el Paseo Alcorta. En la primaria, te decían "galleguito". No te gustaba. Fuiste más porteño que El Obelisco. A los 13, ya estabas lavando piezas de camiones en Villalonga Furlong, donde el abuelo hacía mudanzas. Cuando tenías 20 los peronchos te obligaron a manejar un camión para ir contra las iglesias y los milicos. Meses después los milicos te pusieron un arma en la cabeza para manejar un camión contra los peronchos. Que vida viejo. El accidente con el taxi en la bajada de Parque Lezama. Y los más de 30 años en el Automóvil Club. Encargado en Godoy Cruz y Demaría. Lo viste llegar a Menem en un Fiat 600 en el 88´. Cuando te jubilaste, seguiste laburando. Siempre con una broma a mano. Una sonrisa. Una atención para cada empleado que te atendía. Me acostumbraste mal. Te contaba mis cosas. Me dabas consejos. Me hacías sentir seguro. Cuando empecé a hacer cobranzas en los pueblos de la provincia, cargabas la valija de herramientas y me acompañabas. Escuchame papá, sigo guardando los libros de Emilio Salgari y Los Piratas de la Malasia. Sabías de todo. Contestabas antes que cualquiera, mirando esos programas de preguntas. No hiciste el secundario y tenías registro absoluto de historia y geografía en esa cabecita luminosa. Yo creo que ocultabas bajo esa apariencia de hombre común, a un tipo que sabía que era de otro nivel. Pero nunca te jactaste de nada. Manos de laburante. Cabeza de profesor. La vida me dió el lujo de tenerte como papá. Pero ahora me falló. Estoy en un abismo de dolor. Disimulo para estar bien con la vieja. Pero hago agua por todos lados. Tengo vidrios en la garganta y en el pecho. Quiero ya que Dios me confirme que hay un Cielo. Que me diga que estás ahí. Que todo está bien. Te adoraba papá. Te adoro. Estoy cansado de vivir para ver morir. Yo sé que me dirías que me deje de joder y vaya para adelante. Que cuide de mi hija. De la vieja. De Mariel y de Agos. Te prometo que lo voy a hacer. Pero no te puedo prometer que voy a estar entero. Por ahora no. Estoy enojado con todo. Y con todos. Puteo por la calle. Me desquito. Y espero. Espero que Dios me asegure que me guarda un lugarcito para volverte a encontrar. Y me preguntes cómo salió River. Y que Luisito llegó a jugar en la Reserva. Y que vos te probaste con 50 pibes delante de Cesarini. Y atendías a Mariano Mores y te invitaba con café en el garage de la casa. Contame otra vez viejo. Dale Dios, mandame la invitación. Poné fecha y horario. Avisale a mi viejo, que nos vamos a volver a ver, porque siempre falta un abrazo más. 



Comentarios

  1. Ese eres tú, Gaby. Sensibilidad inmensa. No puedo leerlo en voz alta, se me cierra la garganta.

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  2. No puedo parar de llorar, se me secó el alma.
    Y no te voy a decir palabras gastadas que en momentos así no sirven para nada.
    Tu viejo es el reflejo absoluto de la raza gallega (de Galicia), la mejor del mundo y doy fe porque la conozco muy bien (pertenezco a ella).
    ¡Te abrazo muy fuerte!

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