De Gabi

   El deseo es extorsivo. La clase media argentina-los despojos, que de ella quedan-siempre presumió. Presumió ser media alta. Resignaba las cenas, con un café con leche, para vacacionar o cambiar el auto antes que el vecino. Esa actitud de narcisismo vacuo y alcobas con lágrimas, generó la apertura de una enorme ventana pavloviana. Ese deseo irrefrenable por volver de Miami con las valijas repletas de remeras de Gap, le franqueó el paso al Gliptodonte Populista. Ese Monstruo aprovechó la oportunidad, y propuso la extorsión: - Te doy la sensación de ascenso social, y a cambio me darás tu voto por veinte años. - Acepto-dijo  la familia topo, sin mirar la letra chica, Y llenó su vida de subsidios, asado en quinchos, aire acondicionado y escapadas de feriados. Cumplidos los veinte años, llegó la factura y la kruda verdad. No sos clase media alta. Es más, no sos clase media. Peor aún. Esa prepaga, ese colegio bilingüe y esa señora tres veces por semana, se evaporan como el mundo de Neo en

  Karlito´s Way La irrupción de Milei en la escena política argentina, y sus cuatro meses de gobierno, dejó al descubierto, algo más que la obsesión por el superávit. Los hechos de corrupción K, que continúan surgiendo, a medida que pasan los días, desnudan al Estado Profundo. Esa masa multimorfe compuesta de contratos que favorecen a funcionarios y privados amigos, perjudican al resto de la población, recubiertos de servicios de inteligencia y militancia subsidiada. La voluminosa cantidad de ladronzuelos de estado, pugna por regresar prontamente al poder. Según expresan los funcionarios a cargo de rastrillar los curros, no sólo hay exorbitantes cifras de sobreprecios en los desmanejos de los que ocupaban sillas amplias, como Alberto "el seguro" o Sergio "fondo buitre" MaSSa. En los escalones más bajos del DetEstado, los choreos llegan a dar vergüenza al Gordo Valor. Cualquier parásito facturaba el doble un miserable encargo de su jefe inmediato. La suma de todos lo